El Arcano y el Jilguero

Sinopsis:

Mezen "el Ariete" es un Arcano del Tormento, un demonio inmortal que disfruta desollando a sus víctimas. Su oficio es el de torturador al servicio del Imperio, lo que le ha llevado a cometer crímenes aberrantes contra personas indefensas, y la única ayuda con la que cuenta para sobrellevar la culpa es el convencimiento profundo de que lo hace por un bien mayor.

Pasa los días viajando de un frente a otro, rindiendo ciudades asediadas y sofocando rebeliones para el Emperador, un tirano del que ha jurado vengarse en cuanto no haya más tierras por conquistar. Sin embargo, el precario equilibrio de la danza que debe bailar para perseguir sus propios fines mientras finge lealtad al Imperio, se ve alterado cuando conoce a Nara, una huérfana de guerra que no lo trata como al monstruo que él mismo cree ser.

Opinión:

Le eché el ojo a esta obra el año pasado, tras ver la presentación online. Como la trama pintaba estupenda, me leí la preview del primer capítulo y me enganché de mala manera. Así que tenía que caer sí o sí. Y ya, por fin, cayó.

Me maravilló el toque místico que Ferran Varela da a su mundo y al propio Ariete. Juega con mitología y temores tan humanos y corrientes y los transforma, los retuerce y los cambia para el beneficio de nuestro protagonista a la hora de hacer su trabajo a las puertas de esas ciudades al borde de la ruina. De hecho, toda esa alegoría que se nos muestra es de mis cosas favoritas dentro del mundo de Hann. A parte de ser un lugar crudo, cruel y sin escrúpulos como la vida misma y que está muy bien plasmado.

En general, empieza de una forma brutal y muy poderosa, atrapando al lector de forma increíble, pero tengo que confesar que, a partir de la página ciento y pico, la trama empezó a hacérseme un poco cuesta arriba. No por la forma de escribir del autor, que me pareció soberbia de principio a fin, sino por la historia en sí. Normalmente no me molesta que el protagonista viaje de un lado a otro, todo lo contrario. Soy de la opinión de que así se puede conocer más el mundo creado por el autor. Pero al estar contado en primera persona y con no muchas conversaciones con otros personajes, en casi todo momento me resultó un soliloquio de Mezen. Que, por supuesto, también resulta interesante saber lo que piensa mientras hace otra cosa, pero llegó un momento que me cansó un poco tanto "Yo soy lo más siniestro, oscuro y maldito. Yo corregiré ese comportamiento idiota de fulano. Yo os castigaré. Yo soy el único que puede hacer... Yo... Yo... Yo..." Quizás, ese exceso de tanto yo, tan ególatra en sus pensamientos y, luego, a la hora de la verdad, no era para tanto cuando entraba en acción. Sí, hace ciertas cosas que ponen la piel de gallina, eso es indiscutible, pero otras quedan ahí. Es decir, piensa mucho en que es lo más terrible que ha pisado Hann en eones, pero luego, a fin de cuentas, sin esa imagen que se tiene formada, poco puede hacer. Lo que tambien es curioso, porque se nos muestra que sigue siendo un simple humano; a pesar de esos horripilantes actos que suele llevar a cabo.

Luego tenemos al jilguero, Nara, una jovencita que le acompañará en su periplo y que poco aporta a la historia. Es cierto que actúa como el salvavidas del Ariete en ciertos lugares para que no se deje arrastrar por la oscuridad de su alma, algo tremendamente importante, sí, pero poco más. Me dio la sensación que se creó a este personaje simplemente para esos momentos y nada más. Y, como dije, mínimas conversaciones mantienen; bajo mi humilde punto de vista, claro está.

En definitiva... Aunque me cueste admitirlo, debo decir que tengo sentimientos enfrentados con El Arcano y el Jilguero. Lo cogí con muchas ganas y me gustó bastante el misticismo, crudeza y mitología que encontraremos en Hann, pero que no haya trama principal, solo que Menzen vaya de allá para acá, sin trama fija, es algo que no me terminó de convencer. Y siento de veras decir esto, porque fue mi primer contacto contacto con el autor y me estaba encantando; además, su forma de escribir es sublime.