Kurashita Tsukimi perdió a su madre cuando era pequeña y uno de los pocos recuerdos que le quedan de ella es una visita al acuario local y ver las medusas. Desde entonces, ha estado obsesionada con estos animales.
A día de hoy, la muchacha vive junto a otras jóvenes en una residencia donde no se admiten hombres. Son unas chicas un tanto especiales que viven al margen de la sociedad, no tienen interés en mantener romances y están desempleadas. Pero la vida de estas mujeres cambiará radicalmente en el momento en el que el bellezón Koibuchi Kuranosuke llega a sus vidas.
Opinión:
Este es el segundo drama que veo basado en una obra de Higashimura Akiko y, debo decir, que también lo he disfrutado bastante. El otro fue el de Tokyo Girls.
A primera vista, quizás pueda dar la impresión de que la historia será un poco seria, al tratarse sobre un grupo de mujeres en sus veintitantos que prácticamente son hikikomori y no les interesa absolutamente nada que haya de puertas para afuera. Es más, les da auténtico pánico salir a la calle y encontrarse o tener alguna interacción con extraños. Viven tranquilas en su residencia y, de vez en cuando, hacen algún trabajillo para ganar algunos yens y listo. Sin embargo, cada una de ellas tienen buenas explicaciones para sus comportamientos. Algo en lo que se ahondará con la llegada de Kuranosuke, una persona trans que tampoco lo ha tenido fácil en la vida, que tratará con todas sus fuerzas de que este grupo incomprendido de buenas chicas, porque son un cachito de pan cada una de ellas, puedan superar sus miedos e inquietudes. Una actitud que le hará percatarse a Kuranosuke de sus propias inseguridades al conocerlas más a fondo y tratar de ayudarlas.
En general, Princess Jellyfish (o Kuragehime) es una serie repleta de personajes encantadores y con los que es fácil empatizar. Y el trasfondo de la trama, desarrollada de forma estupenda a lo largo de los capítulos, dará al espectador qué pensar puesto que estamos ante una clara crítica sobre el tipo de comunidad que estamos creando los humanos. Y que, en mi humilde opinión, pienso que se está yendo al carajo a pasos agigantados. Casi siempre en clave de humor, nos mostrarán cómo la sociedad, o mejor dicho, ciertos individuos de la sociedad, pueden influir e incluso destruir a otras personas a través del ridiculizar o del maltrato físico o psicológico desde edades tempranas en colegios o institutos. Un comportamiento despreciable que, tristemente, también suele ser común en determinados adultos que nunca aprendieron a respetar a los demás. O que simplemente les da igual, que es la conslusión a la que llegué hace tiempo.
Resumiendo, Princess Jellyfish es un j-drama muy, pero que muy recomendable y ameno que, sin ninguna duda, llegará a tocar la fibra y hará que nos replanteemos sobre los temas que se abordan y cómo pueden influirnos.
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